Solo existen tres especies de orangutanes en el mundo, y lamentablemente, todas están en grave riesgo de extinción: en tan solo medio siglo podrían desaparecer de su hábitat natural.
Los orangutanes son uno de los grupos de primates más amenazados del planeta. Según datos del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), quedan aproximadamente 120.000 individuos en libertad y enfrentan la posibilidad de extinguirse en los próximos 50 años.
Estos primates, endémicos de Borneo y Sumatra en Indonesia, se enfrentan a múltiples amenazas, siendo la principal la pérdida de hábitat debido a la explotación forestal y al cultivo de palma de aceite.
La especie más numerosa, el orangután de Borneo, cuenta con una población de alrededor de 104.700 individuos, mientras que en Sumatra habitan otras dos especies, el orangután de Sumatra y el orangután de Tapanuli, con poblaciones de 13.800 y 800 respectivamente.
Estos primates, que dependen en gran medida de los árboles para sobrevivir, se ven afectados por la deforestación, que reduce y fragmenta su hábitat, dificultando su búsqueda de alimento y limitando el tamaño de los grupos. Además, el aislamiento de las poblaciones disminuye su diversidad genética y los hace más vulnerables a enfermedades.
La industria del aceite de palma es una de las principales amenazas para los orangutanes, ya que requiere grandes extensiones de terreno y ha llevado a una deforestación masiva en Indonesia y Malasia, los principales productores de este producto.
La caza ilegal también representa una seria amenaza, ya sea por la caza directa de estos animales o por la captura de crías para el comercio de mascotas exóticas. Estas crías, separadas de sus madres, a menudo no sobreviven o desarrollan problemas de comportamiento cuando son liberadas.
A pesar de los esfuerzos de conservación, que incluyen la creación de parques naturales y centros de reintroducción, la protección del hábitat de los orangutanes sigue siendo insuficiente. Se necesita un compromiso firme de la industria del aceite de palma para practicar una explotación sostenible y evitar la deforestación. Además, es crucial establecer corredores biológicos para conectar las áreas donde aún viven estos primates y así garantizar su supervivencia a largo plazo.